En épocas de bandazos estratégicos y tácticos, de dudas y desorientación en las grandes centrales sindicales, de recortes, deudas y guerra social declarada (o lo que es lo mismo, lucha de clases), los profesores y profesoras lo han visto claro: huelga. Esperanza Aguirre and Cia. corren a repetir eso de “esto es una huelga política”, “una huelga salvaje”, “derecho al trabajo”. Es curioso, la patronal y sus partidos políticos sólo se acuerdan del “derecho al trabajo” cuando se convocan huelgas.
Ernest Mandel, un tío con clase, sin ambigüedades, lo vio claro:
La huelga pone en discusión incluso la ideología burguesa dominante (incluso el derecho burgués) al revelar que el Estado burgués “liberal”, al defender principios abstractos tales como “la libertad de trabajo” o “el derecho a circular libremente por los caminos” (de acceso a las fábricas), lejos de proclamar su “neutralidad” o su papel conciliador dentro de la lucha de clases, interviene activamente al lado del capital y en contra del trabajo. Pues la huelga es la afirmación del derecho del derecho de los trabajadores a luchar en contra de “la libertad de explotación y de luchar en favor del control sobre la mano de obra por parte de la colectividad de los propios trabajadores. […] Al proclamar la “libertad del trabajo”, impide a la mayoría de los trabajadores en huelga el ejercicio del derecho de no trabajar en condiciones que no le convengan sin garantizarle al mismo tiempo la posibilidad de trabajar permanentemente (el pleno empleo). La “libertad del trabajo” no es, en consecuencia,sino la libertad del capital para comprar la fuerza de trabajo cuando les parece bueno y le conviene, y el conjunto de condiciones sociales, jurídicas e ideológicas que obligan al trabajador a vender su fuerza de trabajo en esas condiciones.
Ernest Mandel en
“Control obrero, consejos obreros, autogestión”
Se viene el “thatcherismo”.

Sacada de centrepointcollective-spanish.blogspot.com. Imagen de la huelga de mineros contra el Gobierno de Margaret Thatcher.
“Se viene el Tatcherismo”. Dios salve a Milton Friedman.
Y le echó de menos la “dama de hierro”, que dijo a su muerte: “Mucho echaré de menos la lúcida sabiduría de mi amigo y su humor mordaz”. Ja-ja, la gracia que nos hace el “Chicago boy”.